martes, 23 de febrero de 2010

¿Una nueva cruz para los pecados ya perdonados?


“En los Encuentros”: ¿Una nueva cruz para los pecados ya perdonados?

Autor: Miguel Rosell Carrillo

Edición: Daniel Máynez Rdz.

La incomparable obra que nuestro Dios hizo por nosotros, los que creemos, fue la de perdonar todos nuestros pecados al ser bautizados en el glorioso nombre de Jesucristo y llenándonos con su glorioso Espíritu Santo.

Esto fue posible solo porque Alguien se hizo voluntariamente culpable y reo por nosotros: El propio Jesús, el Justo, entregándose a una Cruz, la Cruz del Calvario. Fue la obra perfecta del amor de Dios, incuestionable e inigualable, por la que todo el universo se maravilló (1 Pr. 1: 12)

En aquella obra de profundo amor, Dios en Cristo hizo justicia y misericordia en un mismo acto.

Justicia, porque era justo que la paga por el pecado fuera satisfecha, siendo ese pago la propia sangre derramada del Amado; y misericordia, porque implícito a ese acto genuino de justicia, el hombre puede recibir la salvación por la fe en esa obra de amor indescriptible.

Todos aquellos pecados, grandes y pequeños, horrorosos y no tanto, todos ellos, que nos apartaban de Dios, los cuales ordenadamente estaban escritos y detallados en el acta de los decretos que había contra cada uno de nosotros, la cual nos era absolutamente contraria, Cristo, con ese sacrificio inefable e irrepetible, la quitó de en medio y la clavó en el madero (Col. 2: 13, 14)

Haciendo así, literalmente despojó a los principados y a las potestades, exhibiéndoles públicamente, triunfando sobre ellos en la Cruz (Col. 2: 15), aquella cruz que el diablo preparó con tanto odio y meticulosidad contra Él, y que siendo clarísimo instrumento de muerte, resultó en el instrumento de vida para nosotros, porque Dios la usó para nuestra salvación eterna.

Por tanto, nuestro Dios, habiendo perdonado todos aquellos pecados de nuestra existencia pasada, como venimos diciendo, El los echó a lo más profundo del mar (Mi. 7: 19), haciendo así clara alusión al hecho de que esos pecados, no sólo han prescrito, sino que ya no cuentan en la economía de Dios. En este sentido, Dios los ha olvidado para siempre (Is. 43: 25; Jer. 31: 34)

Por ello, enfáticamente el apóstol Pablo, divinamente inspirado, escribe: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte” (Romanos 8: 1, 2)

Además, puesto que la muerte no le podía retener (Hchs. 2: 25), Jesús resucitó de los muertos al tercer día, por el poder Dios; y ocurriendo de ese modo, nosotros también, por esa fe, andamos y andaremos en novedad de vida (Ro. 6: 4b)

Básicamente, este es el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo; las Buenas Nuevas de salvación eterna.

Decimos todo esto, conocido y creído por todos los que profesamos esa fe en el glorioso nombre de Jesucristo, porque estamos asombrados y hasta anonadados al entender ciertas aberraciones que se enseñan y practican en el contexto del G12 y sus tristemente célebres “Encuentros”.

Reviviendo los pecados perdonados


En los “Encuentros” del G12, no sólo los recién convertidos, sino los cristianos que lo han sido por años, son guiados a reconocer sus pecados de antaño. Son llamados a recibir a Jesucristo de nuevo; y muchos infelices, hasta niegan todo el tiempo en que fueron cristianos, diciendo que ahora, a partir del momento del “Encuentro”, tuvieron por fin ese encuentro verdadero con Jesús, por tanto, negando el primer encuentro que tuvieron con Cristo el día en que se entregaron a Él, posiblemente varios, o muchos años atrás.

Los pecados que ya hacía lustros les habían sido perdonados, y echados a lo más profundo del mar por el Señor, ahora, son repescados y expuestos en una lista escrita por los propios “penitentes” en una hoja de papel que se les da para el uso.

Un pastor que asistió a uno de estos encuentros para verificar por si mismo lo que le habían informado escribe lo siguiente:

“Cuando expusieron el tema El Perdón, al terminar distribuyeron una hoja (“hoja clínica”, le llaman) en la que habían cerca de doscientos pecados y usted tenía que marcar con una x los que tenía. Luego se ordenó bajar la cabeza y cerrar los ojos. Sin embargo, yo me encontraba en ese momento hablando en lenguas. Cuando abrí mis ojos, unos hermanos llevaban una cruz bien grande y el expositor del tema fue ordenando a cada uno pasar, dando un clavo y un martillo para que cada quien clavara su “hoja clínica” con los pecados marcados por cada participante” (1)

Fíjense bien: Los pecados son clavados en una cruz, en una cruz tangible, moderna, en una cruz que no es la de Cristo…¡en una falsa cruz!

El pastor mencionado sigue escribiendo al respecto: “Se le da una hoja clínica donde están escritos cantidad de pecados para que marque con una x los que ha cometido, los pactos que ha hecho y toda clase de prácticas que no le permiten crecer.

Después lo llevan a un lugar y le dan un clavo y un martillo para que clave su hoja clínica en una cruz de madera. Supuestamente con esta acción simbólica quedan libres. Pregunto: ¿Dónde enseña eso la Biblia? ¿Es necesario hacer este ritual para que el cristiano quede libre del pecado confesado? ¿Dónde está la fe que Dios nos dio, y acerca de la cual el Espíritu Santo dice: “Por gracia sois salvo por la fe y esto no de vosotros, pues es don de Dios”? (Efesios 2:8)” (2)

Se podría añadir: ¿Va Dios a volver a perdonar los pecados que ya perdonó, y echó a lo profundo del mar, pecados que le costaron la vida a Jesús? ¿Qué horrorosa blasfemia es esta?

Esos pecados que fueron perdonados por la Cruz del Calvario, ahora son clavados de nuevo en una nueva cruz, en la cruz del G12; una cruz que no es la de Cristo Jesús, sino que es el madero del engaño, de la autosuficiencia, la religiosidad, y el esfuerzo humanos.

Si alguien aquí quisiera argumentar que no es cierto que el mensaje va dirigido a los ya cristianos; lean a continuación el testimonio de otro pastor quien también asistió a un “Encuentro”, y escribió con detalle toda esa experiencia:

“Tienes que marcar con una X los pecados que has cometido en tu vida, perdonados o no, antes o después de tu conversión. Bueno, tu conversión, tu bautismo y membresía y aun tus cargos no sirven para nada aquí. Porque te están predicando nuevamente; ya me convencí con horror que el mensaje que escuchamos no es para los ocasionales inconversos aquí presentes; es para los creyentes especialmente. Porque solamente la presentación que ellos hacen del “evangelio” es lo que tiene valor; lo que te han predicado en tu iglesia no sirve para nada” (3)

En esos “Encuentros” del G12, la fe que enseñan no es, ni puede ser la sana doctrina de nuestro Señor Jesucristo, es una creencia basada y constituida en el catolicismo romano, bajo la observancia del magisterio y espíritu jesuita y del Opus Dei.

Es la fe del esfuerzo personal por alcanzar lo que sólo Cristo pudo alcanzar por cada uno de nosotros. Es una fe que se mueve entre el emocionalismo de un falso fervor religioso, y un fuerte sentir autoinculpatorio y de inmerecimiento:

“Te dicen que debes ponerte de rodillas, con la frente en el suelo y clamar a Dios por tu vida, hasta que Él se digne a escucharte; si lloras, gimes, luchas como lo hizo Jacob en Peniel, hasta vencer a Dios y obtener la Bendición. Ahora eres un gusano y te arrastrarás por la tierra; no vales nada; eres un miserable pecador” (4)

Para el G12, antes de su “Encuentro” eras un miserable pecador, no importa el creer el evangelio, obedecer al bautismo en el nombre de Jesucristo ni el bautismo del Espíritu Santo, ha, pero después del “Encuentro”, y habiendo practicado y creído lo que se te ha enseñado en él, entonces ya eres un cristiano renovado y victorioso, que estás entrando en la “Visión”. En realidad, la conversión no es a Cristo sino al cristo del G12.

Practicando la regresión


El sentir de culpabilidad, de indignidad, de alejamiento del amor de Cristo es más que evidente en todos esos cristianos que lo han sido por años, incluso ministros, y que se han prestado voluntariamente a la experiencia ocultista de la regresión (*) en esos “Encuentros” del G12. En este sentido, lo narra así con vívida elocuencia una dama cristiana que asistió a un “Encuentro” para corroborar sus practicas:

“Me duele ver a personas con unos testimonios poderosos de cómo Dios los libertó, y que hoy digan “no soy merecedor de que Dios me haya perdonado”, y todo porque fueron a un ENCUENTRO, y la regresión que les hicieron, les dejó en esa etapa pecaminosa que ya la sangre de JESUCRISTO LES HABIA LIMPIADO pero en el ENCUENTRO salieron nuevamente en esa etapa”.

(*) “La Regresión o terapia de vidas pasadas es una herramienta de la hipnosis, la cual permite que el paciente recuerde y reviva situaciones, vivencias, traumas olvidados de tiempos pasados de la vida o de "vidas anteriores" que se encuentran guardados en el inconsciente. La hipnosis es ocultismo y hechicería”.

La estratagema del diablo a través del G12


¿Qué ocurre cuando por el método ocultista de la regresión, a un cristiano que voluntariamente(o no) se presta a esa experiencia, le conducen al pasado, haciéndole recordar los pecados que hizo, y en ese estado de shock empieza él a revivir la culpabilidad y condenación de su vida antigua?

¿Qué ocurre cuando se le hace experimentar de nuevo esos pecados que fueron en su día perdonados y borrados por la sangre de Jesucristo mediante el bautismo en Su nombre?

Esos pecados, para ese individuo, vuelven a cobrar vida y existencia, porque dice la Palabra que de acuerdo a nuestra fe nos será hecho (Mt. 15: 28; Mc. 10: 52; Lc. 17: 19 etc.). Entonces el “penitente” busca desesperadamente el perdón que entiende que necesita, porque esos pecados los siente como cometidos en ese momento. Ahí el diablo le ha atrapado.

Después de atravesar esa experiencia emocional y espiritual de culpabilidad y de inmerecimiento, sólo les queda a esos infelices una puerta abierta, la puerta de la falsa cruz del G12 y su espíritu.

Al acudir el nuevo “penitente” a esa cruz y a ese cristo desconocidos, el Enemigo tiene la potestad de engañar y seducir como no pudo antes. No obstante, ahora tiene el derecho legal de hacerlo en la medida en que el individuo ha puesto su fe en esa falsa enseñanza y en esa falsa cruz, retirando su confianza en la experiencia de salvación que tuvo cuando verdaderamente en su día conocio al Señor Jesús como su Salvador y su Señor.

Seguidamente, el diablo le proporciona un espíritu de falso gozo y falsa paz, junto con cierta euforia, que le hacen creer a ese cristiano, ahora falsamente “cristianizado”, que ahora sí ha nacido de nuevo, y que ahora ha entrado en la verdadera visión de Cristo, en la Visión del G12.

Uno de los pastores anteriormente citados dice:

“Y hasta algunos ministros se han atrevido a testificar: “Ahora sí que tuve un verdadero encuentro con Jesús”. “En el Encuentro nací de nuevo”. Y esto no es un invento, pues, yo he hablado con esos hermanos que se expresan así” (5)

Así son engañados todos esos hombres y mujeres que un día recibieron al en su vida al verdadero Cristo mediante el bautismo del Espíritu Santo, y que en ese “encuentro” con un falso cristo, decidieron creerle, renunciando a la genuina experiencia de salvación en el nombre de Jesús, y acogiéndose bajo el “espíritu de la visión”, réplica falsa y vergonzante del bendito Espíritu Santo.

¿Qué nos dice la Biblia al respecto?


Respecto a los que a sabiendas buscan la perdición de los santos, la Palabra no puede ser más clara, así como para los que se dejan convencer por ésos:

“Estos son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre. Pues hablando palabras infladas y vanas, seducen con concupiscencias de la carne y disoluciones a los que verdaderamente habían huido de los que viven en error. Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció” (2 Pedro 2: 17-19)

Sigue aquí la advertencia para todos aquellos que se dejan seducir:

“Ciertamente, si habiéndose ellos escapado de las contaminaciones del mundo, por el conocimiento del Señor y Salvador Jesucristo, enredándose otra vez en ellas son vencidos, su postrer estado viene a ser peor que el primero. Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado. Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno” (2 Pedro 2: 20-22)

Es muy doloroso hablar de estas cosas. No es, ni tarea fácil, y ni mucho menos agradable; pero por nuestra parte, peor es, una vez sabiéndolo, una vez llegándolo a conocer, callar y no exponerlo a la luz pública. Por lo tanto, es nuestro deber como atalayas de Cristo, denunciarlas, con la esperanza de que alguno pueda ser librado del mal, como así está siendo, gracias a Dios.

A los que son engañados en esos “Encuentros” del G12, les ocurre lo profetizado por Oseas: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento”. Por lo tanto, nos es necesario conocer la Palabra de Dios bien, para no ser engañados, con el consecuente peligro de ser destruidos.

Concluyendo


La palabra “encuentro” se ha hecho tristemente muy popular, llamándose encuentro a lo que siempre se le ha llamado campamento o retiro de fin de semana, etc. Mejor seguir llamándole como solíamos, para evitar las confusiones.

Notas:

1. Circular “Estuve en un Encuentro”, del Presidente Ejecutivo del Concilio General de las Asambleas de Dios para Venezuela; Rvdo. Eliodoro Mora Méndez.

2. Carta informativa del Presidente Ejecutivo del Concilio General de las Asambleas de Dios para Venezuela; Rvdo. Eliodoro Mora Méndez.

3. Testimonio personal del Pastor Marcos Andrés Nehoda.

4. Ibid.

5. Circular “Estuve en un Encuentro”, del Presidente Ejecutivo del Concilio General de las Asambleas de Dios para Venezuela; Rvdo. Eliodoro Mora Méndez.

6. Ibid.

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